Resulta muy facil alejar a los niños de la lectura, hacerlos perder el interés. Estas son algunas de las actitudes que debemos evitar como promotores de la lectura.

Obligar: Todo lo que se hace por obligación es menos placentero que lo que se hace por gusto, incluso se puede tomar como un castigo. Las actividades de lectura se deben hacer para relajarse, para estar un rato juntos, para descubrir, para aprender, para jugar y divertirse.

Sermonear: Insistirles en lo importante que es leer no ayuda en nada, eso sólo causa resentimiento. Es más valioso mostrarle las ventajas de leer por gusto, que solamente explicárselos y tratar que lo comprendan con palabras.

Sobornar: No hay nada de malo en premiar los esfuerzos del niño por leer, lo que no es bueno es que él espere un regalo cada vez que agarra un libro. Las muestras de afecto y admiración por sus logros son la mejor recompensa que puede recibir. Si cree conveniente premiar con algo material puede ofrecerle otro libro o revista (lo que él o ella decida) junto con palabras de elogio. También se puden dar otras recompensas simbólicas, pero ofrécelas con menor frecuencia cada vez. Con el tiempo, el niño verá el beneficio intrínseco de leer, independiente de la recompenza.

Calificar al niño cuando lee por placer: Decirle cuándo lo está haciendo mal y qué debe corregir lo desanimará más de lo que lo animará a mejorar. En caso de que notemos algo que se puede mejorar, debemos buscar la oportunidad de mostrárselo mientras lo hacemos, sin decirle nada, sólos imitarán las mejoras y las irán adoptando.

Criticar las preferencias del niño: Leer cualquier cosa es mucho mejor que no leer nada. Aún si te párece que el niño-hijo elige libros que son demasiado fáciles o que tratan los temas muy ligeramente, debes esconder tu inconformidad. Cuando el niño tiene la aceptación y la libertad de escoger qué leer, aumenta su sentido de auto-confianza y su gusto por la lectura, además de su capacidad de comunicación.


Poner metas inalcanzables: Sólo se deben busca las señales de progreso y elogiarlas, ya que buscar cambios dramáticos en los hábitos de lectura del niño implica desepción si no se logran, este sentimiento lo perciben los niños y lo reflejan en su actitud frente a la lectura.

Hacer un gran asunto de la lectura: No conviertas el tema de la lectura en una campaña. Bajo presión, el niño leerá sólo para complacer a los adultos más que por sí mismo, o se revelará y no querrán leer ni una línea.

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